Investigadores del centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, el Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), con el impulso de la Fundación "la Caixa", del CIBERFES y del CIBER-BBN han liderado uno de los mayores estudios realizados hasta ahora sobre los posibles beneficios de la ingesta de ácidos grasos omega-3 en personas portadoras del genotipo que confiere un mayor riesgo de desarrollar el Alzheimer: el APOE ε4 / 4. La investigación concluye que las personas de este colectivo de riesgo que consumen más ácido docosahexaenoico (DHA, por el nombre en inglés), que es un nutriente aportado por el pescado azul, presentan una mayor preservación cortical en zonas del cerebro específicamente afectadas en la enfermedad de Alzheimer y un menor número de microhemorragias.
"A los beneficios que ya sabíamos que tiene el consumo de pescado azul en la salud cardiovascular, ahora podemos añadir que proporciona una mayor resiliencia cerebral en la enfermedad de Alzheimer en aquellas personas con más riesgo genético de desarrollarla", explica el Dr. Aleix Sala, primer autor de la investigación, especialista en nutrición e investigador del BBRC. Este estudio, añade Sala, "abre la posibilidad de mejorar el diseño de intervenciones dietéticas con suplementación de DHA, centrándonos sobre todo en las personas con más riesgo de desarrollar Alzheimer".
El estudio se ha publicado en la revista The American Journal of Clinical Nutrition, y ha contado, además de los investigadores del CIBER, con la participación del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas; la VU University Medical Center de Ámsterdam; y el Aiginition Hospital de Atenas.
Los omega-3 son una familia de ácidos grasos que tienen un rasgo estructural químico distintivo y están presentes de forma natural en determinados alimentos de origen animal y vegetal. El tipo de ácido graso analizado en este estudio es el DHA, que se encuentra principalmente en el pescado azul: el atún, la sardina, el salmón, las anchoas, etc. Este ácido graso es muy abundante en el cerebro, es clave para la función cognitiva, comienza a acumularse a partir del tercer trimestre de gestación, y está demostrado que tiene una menor presencia en el cerebro de las personas con Alzheimer.
Los humanos somos capaces de "fabricar" este ácido en nuestro cuerpo, pero lo hacemos de una forma muy poco eficiente. La mejor manera de garantizar unos niveles adecuados de DHA es a través de la ingesta de pescado azul, ya que los ácidos omega-3 que obtenemos de vegetales como las nueces y la soja son de otro tipo.
La investigación ha contado con una muestra de 340 participantes de entre 45 y 75 años, sin alteraciones cognitivas y provenientes del Estudio Alfa del BBRC, impulsado por la Fundación "la Caixa". Estas personas acudieron a las instalaciones de la Fundación Pasqual Maragall para pasar pruebas clínicas, de cognición, neuroimagen, y responder cuestionarios de hábitos de vida, entre otros.
Uno de estos cuestionarios preguntaba por el consumo de 166 alimentos, que son los que han permitido cuantificar la ingesta regular de DHA. A partir de las respuestas de los participantes, los investigadores buscaron asociaciones entre el consumo reportado de DHA, la cognición, la presencia de microhemorragias cerebrales y el grosor cortical en regiones cerebrales que se atrofian en la enfermedad de Alzheimer, teniendo en cuenta también el genotipo APOE de cada uno de ellos.
El gen APOE lo tenemos todas las personas y se puede presentar como resultado de la combinación de los alelos Ɛ2, Ɛ3 y Ɛ4. En el caso de la enfermedad de Alzheimer, los individuos con dos alelos Ɛ4 son los que presentan un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.
Una vez hechos los análisis, los investigadores no observaron ninguna relación entre el consumo de DHA y la cognición, pero detectaron los hallazgos descritos en la estructura cerebral. Tal y como apunta Juan Domingo Gispert, investigador del CIBER-BBN y jefe del grupo de Neuroimagen del BBRC, "los resultados de este estudio van en línea de otros que muestran que las personas con un mayor riesgo genético de desarrollar Alzheimer son precisamente las que más se benefician de un estilo de vida saludable, en este caso, respecto a la dieta".
Actualmente, no se hacen pruebas rutinarias para saber la predisposición genética de una persona a desarrollar la enfermedad de Alzheimer, ya que revelar esta información no conlleva ningún beneficio clínico. El Alzheimer todavía no dispone de ningún tratamiento disponible para frenarlo ni prevenirlo, hay múltiples factores de riesgo que contribuyen a su desarrollo y, en ningún caso, ser portador de este genotipo determina que se tenga la enfermedad en un futuro.
Por ello, al margen de la carga genética personal, el Dr. Sala destaca que "si bien nuestros hallazgos entre pescado azul y enfermedad de Alzheimer afectan sólo a una parte de la población, tenemos que seguir recomendando el consumo regular (de dos raciones por semana) de salmón, sardinas o anchoas, entre otros, ya que aporta beneficios cardiovasculares a todo el mundo".
El siguiente paso de los investigadores del BBRC será analizar marcadores biológicos del consumo de hasta 20 tipos de ácidos grasos en una mayor población de participantes del Estudio Alfa, y estudiar su posible relación con otros biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer detectados en la sangre, el líquido cefalorraquídeo y a través de diversos trazadores en Tomografías de Emisión de Positrones (PET).
Artículo de referencia:
Sala-Vila A, M. Arenaza-Urquijo E, Sánchez-Benavides G, Suárez-Calvet M, Milà-Alomà M, Grau-Rivera O, González-de-Echávarri JM, Crous-Bou M, Minguillón C, Fauria K, Operto G, Falcón C, Salvadó G, Cacciaglia R, Ingala S, Barkhof F, Schröder H, Scarmeas N, Gispert JD, Molinuevo JL, for the ALFA study. Docosahexaenoic acid intake relates to better cerebrovascular and neurodegeneration neuroimaging phenotypes in middle aged adults at increased genetic risk of Alzheimer’s disease. The American Journal of Clinical Nutrition. https://doi.org/10.1093/ajcn/nqab016